Hablamientos y Pensadurías
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En este libro de memorias se halla el verdadero autor que aprendió el arte literario en sus autores franceses y españoles y en particular en el Quijote. En este último cobra sentido pensar que se trata de uno de nuestros grandes quijotes que ratifican el hecho de soñar ahora y siempre como la condición necesaria para el país. Los escritores permanecen vivos porque alguien los lee. Y siempre hay alguien que nos recuerda ese deber.
SOBRE EL AUTOR
Eduardo Caballero Calderón
(Bogotá, 1910 – Ibidem, 1993) fue un novelista, periodista, ensayista, diplomático y político colombiano dotado de una prosa fácil y diáfana, que se vinculó al periodismo en 1938 y durante años utilizó el seudónimo de Swann. Era hijo del general Lucas Caballero, hermano del caricaturista Klim y padre del pintor Luis y del periodista Antonio, quienes usaron en su formación las experiencias diplomáticas de su padre en Madrid (1946-1948) y en París (1962-1968).
Cursó estudios de derecho en la Universidad Externado de Colombia, que no llegó a finalizar, pues ingresó como corresponsal en la plantilla del periódico El Espectador. En 1938 pasó a El Tiempo, donde firmaba una columna con el pseudónimo de "Swann", y, dos años más tarde, publicó su primer relato, Tipacoque. En ese escenario transcurrieron gran parte de sus novelas y relatos posteriores.
Posteriormente, se sucedieron ensayos -Latinoamérica, un mundo por hacer (1944), Surámerica, tierra del hombre (1944)- y relatos -El arte de vivir sin soñar (1943)-. En 1946 fue nombrado Encargado de Negocios en España, y se instaló en Madrid, donde permaneció hasta 1948. Allí escribió Breviario del Quijote (1947), personal lectura del Don Quijote de la Mancha de Miguel de Cervantes, y una guía espiritual de España, Ancha es Castilla (1950). De regreso a Colombia publicó un relato de costumbres, Diario de Tipacoque (1950).
En su primera novela, El Cristo de espaldas (1952), mostró un gran dominio del lenguaje y de la construcción novelística, así como su gran capacidad imaginativa. Obra testimonial pionera dentro de la narrativa colombiana, trató del fenómeno más persistente de la historia del país, el de la violencia, del que también se ocuparon escritores coetáneos como Manuel Mejía Vallejo y Álvaro Cepeda Samudio. El hilo conductor, los problemas de dos hermanos, el uno liberal y el otro conservador, sirvió a Eduardo Caballero Calderón para escribir dos de sus siete novelas restantes: Caín (1968) e Historia de dos hermanos (1977). Fuente: www.biografiasyvidas.com
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