Narvaéz

Este libro sobre la obra escultórica de Francisco Narváez fue gestándose durante largo tiempo, debido a un factor de tipo personal: la relación de estrecha amistad que me une con el artista desde hace muchos años. Tal circunstancia me obligó a situarme en una perspectiva muy estricta, centrada en criterios estéticos, pues el historiador de arte tiene la obligación de poner a un lado todo sentimiento que no responda a la función de un análisis severo, y de crítica honrada, sincera y despersonalizada. Aunque la obra de Narváez guarda una ilación muy diáfana y coherente entre sus varias etapas, que bien puede seguir quien cabalmente las conozca, este proceso de creación de arte que viene desarrollándose desde 1928, ha estado siempre, y está aún hoy en día, en constante via hacia una más depurada síntesis. Mi trabajo es por lo tanto, en cierta forma, un relato inconcluso que no alcanza sino hasta el instante actual, puesto que por experiencia sé que la obra del artista habrá de pasar por nuevos tamices, como queda demostrado a todo lo largo de la trayectoria de su evolución estilistica. Lo que hoy reuno en este libro es un trecho que llega hasta nuestros días, pero de antemano estoy consciente de que habrán de seguir otras etapas, dificiles de intuir, como lo fueron también las anteriores. El lector podrá bien observar esto en el recuento que de ellas hago. Es un hecho cierto que en toda su obra están presentes rasgos, actitudes y conductas que tienen unas mismas características de comportamiento escultórico, pues Narváez ha sido siempre el mismo. Lo que ha cambiado ha sido el tiempo en que le ha tocado vivir, y cada instante de ese tiempo le ha servido para enfrentarse con una conciencia siempre despierta, constantemente abierta, al mundo cambiante que le rodea. El ha hecho el tiempo de nuestra escultura a la medida de su talento.

La parte gráfica de este libro responde a la bien definida intención de utilizar la belleza de las esculturas de Narváez para presentar un conjunto de fotografías hechas por Oscar Ascanio, por mi nieto Stanley y por mí, que esperamos mantengan la condición que con ellas nos hemos esforzado en lograr un testimonio de formulación artística, equivalente un tanto a lo que el escultor o el pintor hacen con un trozo de madera o sobre un lienzo. Es mi propósito darle un enfoque muy personal a la manera de interpretar la belleza de las esculturas de Narváez, y hasta podría decirse, mostrarlas desde un ángulo diferente del que el propio artista se propuso. Mi intención es, por lo tanto, un poco como valerme de su creación, de todo lo que de ella se desprende y despierta en nosotros, para ofrecer otra imagen de su mensaje, con lo que se realiza una traslación de valores emocionales y plásticos que van más allá de lo que acaso el propio creador quiso expresar. 

Fuente: Extracto del inicio del libro (pág. 15)

SOBRE EL AUTOR

“Alfredo Boulton 

(Caracas, Venezuela, 1908- Ibidem, 1995) fue un fotógrafo, crítico de arte y editor venezolano considerado como uno de los más prominentes intelectuales venezolanos del siglo XX.  Se destacó también por ser un importante historiador y ensayista sobre el folklore y las costumbres de los pueblos de habla hispana.” Fuente: Wikipedia

"Paralelamente a su actividad fotográfica, se dedica al estudio del arte venezolano, estudio que culminará con la Historia de la Pintura en Venezuela, sin duda el primer intento sistemático por comprender esta producción artística desde los tiempos coloniales hasta los años setenta. Más tarde, completaría su estudio con un ensayo sobre El Arte en la Cerámica Aborigen de Venezuela y con una serie de monografías sobre los más distinguidos artistas del siglo XX. Su obra abarca igualmente los estudios iconográficos sobre los próceres venezolanos y en particular sobre los retratos de Simón Bolívar, Francisco de Miranda, Antonio José de Sucre y José Antonio Páez." Fuente: Alberto Vollmer Foundation