Simón Alberto Consalvi
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Simón Alberto Consalvi jamás habría sospechado o imaginad siquiera que el colofón a la Biblioteca Biográfica Venezolana, singular aventura que dirigió de principio a fin con terca devoción, sería su propia vida. La última entrega de la colección fue la biografía de Santos Michelena, escrita justamente por él mismo como la forma que creyó más apropiada de poner broche a esta galería de venezolanos imprescindibles. Cerrar la BBV fue, para él, una decisión difícil. Sabía que en medio de la estridencia que nos rodea, o de los falsos profetas, o de quienes no han hecho otra cosa que traficar con mitos en tiempos oscuros, o de quienes se han hecho cargo de que nos eduque en la desesperanza, sobraban las vidas y trayectorias de muchos otros venezolanos que también habrían merecido su sitio de este catálogo. Ahora, con esta entrega que tampoco quienes fuimos cercanos a Consalvi pudimos sospechar o imaginar siquiera, nos vemos en presencia del esfuerzo y talento con que Diego Arroyo se propuso rescatar rápidamente v con la mayor frescura posible, lo que fue la vida de un protagonista de primer orden desde que SAC se convirtiera en testigo de nuestros dramas civiles del siglo XX e hiciera de la política uno de sus principales desvelos a partir de los sucesos del 18 de octubre de 1945. Hay momentos en que, a lo largo de su lectura, uno se inclina a pensar que se trata de una biografía donde lo que brilla sobre todo es el talento que caracteriza a Arroyo a la hora de moverse de la mano de la palabra y describir los distintos escenarios en los cuales transcurrió la vida de Consalvi como diplomático, periodista, historiador, editor y hombre sensible a la cultura. Pero algo es seguro: ser complaciente no es la meta del autor, como tampoco la intención de manejar el diccionario de la lisonja. Al visitar tantos y tan disimiles territorios, incluyendo el de sus frustraciones en la política y sus tragedias personales, Arroyo ha combinado la gracia que emana de su escritura con el rigor de quien interroga testigos, escruta documentos y examina papeles, incluyendo los del propio biografiado, con el fin de lograr que Consalvi sirva de intérprete de los tiempos, gratos e ingratos para la República, que le tocó vivir.
Edgardo Mondolfi Gudat
SOBRE EL AUTOR
Diego Arroyo Gil
Nació en Caracas el 23 de enero de 1985.
Periodista (UCV) y magister en Edición (Universidad Complutense de Madrid). Entre 2008 y 2012 fue coordinador editorial de la Biblioteca Biográfica Venezolana.
Posteriormente fue jefe editorial de Libros El Nacional. Es miembro de la Fundación Lectura, de la Fundación Fotografía Urbana y de la Fundación del Valle de San Francisco.
También es autor de los volúmenes 96 y 149 de la presente colección, dedicados a Luisa "la Nena" Palacios y a Miguel Arroyo, respectivamente.
Fuente: Contraportada
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