Un morrocoy en el cielo
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Iniciada a muy temprana edad y al amparo de una vocación intelectual abierta, adscrita a diversas posibilidades expresivas; arraigada en una honda preocupación social y cívica; vinculada al periodismo pero apta para trascender sus servidumbres; irreverente, versátil, generosa, polémica; uno de los escasos lujos que el género pueda ostentar hoy en nuestro país, la obra humorística de Miguel Otero Silva, aun cuando publicada originariamente a través de seudónimos, no es un fenómeno marginal dentro de su creación literaria; por el contrario ha sido a menudo una de sus piedras angulares y el instrumento que le ha permitido difundir con mayor eficacia ese alto magisterio de simpatía humana, espontaneidad festiva, gallardía verbal y clarividencia crítica que suele caracterizarla...
Compilada y ordenada por el propio autor, esta antología de su humorismo se divide en seis partes: 1) Sonetos Elementales; 2) Sinfonías Tontas; 3) Versos Circunstanciales; 4) Crónicas Morrocoyunas; 5) un fragmento de la novela Cuando quiero llorar no lloro; v 6) una serie de escritos En Colaboración.
Los Sonetos son piezas redactadas de 1936 a esta fecha en un lenguaje de neta raigambre criolla, ingeniosa travesura o cálido acento elegíaco. Las Sinfonías, que pertenecen al período en que su autor dirigió el semanario El Morrocoy Azul, son generalmente piezas dialogadas, versificadas y narradas en las que el autor nos manifiesta, con todos los recursos del refranero nacional, su dominio del pastiche y la parodia. Escritos de 1942 a 1967, los Versos se caracterizan por su gracia lírica, su acento afectuoso, su maestría en ritmos vernáculos, su arte del retrato...
Poniendo de relieve un estilo escéptico o de risueña cordura al ocuparse de las flaquezas humanas, las Crónicas —que se remontan casi todas a los años 40- constituyen quizá, gracias a su calidad intrínseca o a su testimonio costumbrista, el aporte fundamental del humorismo al corpus literario de Otero Silva.
Luego del chispeante monólogo telefónico de su última novela —también publicada por nuestro sello,- los otros escritos, aparecidos en diversas fechas, son Ios que han fraguado sus horas de regocijo compartido. Entre ellos conviene señalar los fragmentos de Don Mendo 71 por haber puesto en evidencia, hace un año apenas, que el autor conserva intactas su jovialidad, su perspicacia, su ironía, su frescura inventiva.
Fuente: Contraportada
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