Museo Emilio Boggio

En 1956 Mariano Picón-Salas se adelantó a escribir un profético juicio: "Venezuela debe rescatar la un poco perdida obra de Emilio Boggio, ya que además de su valor intrínseco, ella influyó considerablemente en el cambio de nuestra plástica a partir de 1920. Está en el tránsito que conduce grandes maestros tradicionales del siglo XIX como Tovar, Rojas y Michelena a las varias e inquietantes corrientes de esta época. En la historia del paisaje impresionista será siempre uno de los nombre mas valederos".

Los tiempos no traicionaron esa previsión por la que, en reclamo de justicia, abogaba nuestro ensayista: la obra de Boggio comenzó a conocer desde entonces un éxito poco común, al punto ella de que ella ha sido en gran parte restituida a la tradición iniciada por nuestros más importantes pintor siglo XIX. Si en 1956 no había en Caracas más de medio centenar de pinturas de Boggio, hoy decirse que Francia y Venezuela comparten en porciones iguales no sólo la nacionalidad del sino también la posesión del extenso legado artístico dejado por él.

La adquisición de la famosa colección Boggio de Baptistin Rinaldi, que acaba de hacer el Concejo Municipal del Distrito Federal, ha sido sin lugar a dudas el paso más decisivo que, para hacer a la frase de Picón Salas citada arriba, se ha dado en beneficio del pintor que abandonó Venezuela cuando todavía era un adolescente. Esta colección constituye, cuando menos, el legado más completo y significativo que sobre artista venezolano alguno haya podido reunirse de una sola vez.

Es necesario decir que mucho ha contribuido la crítica al reconocimiento de Boggio en Venezuela.  Los artículos y ensayos que se le han consagrado explican en gran parte el éxito alcanzado por después de 1956, año en que se llevó a cabo en Caracas la primera retrospectiva de su pintura. De entonces data el ensayo biográfico de Picón-Salas incluído en el catálogo de la referida muestra. El estudio de Thiébault-Sisson, publicado en el catálogo de la exposición individual de 1925, celebrada en las Galerías Georges Petit, en París, sirvió de punto de partida a comentaristas que como Planchart y Fernando Paz Castillo se han ocupado en distintos momentos de la obra de Boggio. Sobre todo Enrique Planchart tuvo el cuidado de ubicar al maestro de Auvers en la perspectiva justa de la pintura de transición entro nuestro siglo XI% y los pintores de la Escuela de Caracas. En la misma perspectiva han trabajado los críticos que se ocuparon en fecha más actual de analizar la obra de Boggio. Uno de éstos fue el Dr. J. J. Mayz Lyon, quien se abocó al estudio de los elementos expresionistas que aparecen en la obra del maestro, en un pequeño ensayo recogido en el catálogo de la muestra "Bogglo, 35 obras" (Banco Industrial de Venezuela, 1983). Por su parte, el destacado historiador Alfredo Boulton le ha consagrado algunas páginas monográficas en su libro "La pintura en Venezuela" (Editorial Arte, 1968), en el cual puede hallar el lector un capítulo conjuntamente dedicado a Boggio y a Tito Salas.

No puedo pasarse por alto la Importancia de la obra de Alberto Junyent publicada en ediciones de la Tabacalera Nacional C.A. (Caracas, 1970), y la cual constituye la biografía más completa divulgada hasta ahora sobro Boggio. Su lectura nos ha sido de gran utilidad, debemos confesarlo, para admirar a Boggio ya no sólo como notable paisajista, sino también, y en primer lugar, como hombre controvertido y dueño de una personalidad singular, que Junyent mismo ha tenido el mérito literario de sabernos describir, intensa y sinceramente, descubriéndola de paso para la historia del arte venezolano. Sería difícil agregar algo nuevo en punto a lo humano que no se encuentre en la biografía escrita por Junyent, amén de que este se muestra allí como profundo conocedor de los tiempos franceses de Boggio,

Fuente: Noticia preliminar por Juan Calzadilla (pág 9).