Un manual de vida
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Resumen del pensamiento de Epicteto que le legó su discípulo Arrien, el Manual de vida-es decir, el enkheiridion, el puñal que se tiene a mano para hacer frente a cualquier eventualidad- está dedicado a la eficacia ética. Es breve e incisivo por necesidad. No se dirige a los sabios, que no lo necesitan, sino a quienes, entre los no sabios, están en progreso y practican la sabiduría.
Como cuaderno de trabajo para la educación filosófica, no sólo da los signos del progreso, sino también las pistas finales y las marcas que pueden mostrar que se ha dado el paso decisivo hacia la filosofía. El destinatario del Manual debe llevar consigo estos signos, consejos y marcas, para construir una obra que, basándose en los libros, está fuera de los libros, y no puede ayudarse de nadie más que del dios que lleva dentro.
Según Epicteto, debemos distinguir entre lo que está en nuestro poder y lo que no. Así, no controlamos el curso de los acontecimientos, pero somos enteramente responsables de cómo reaccionamos ante ellos. Templar nuestros deseos, vivir en armonía con la Naturaleza, comprender el mundo y nuestro papel en él: estos son los preceptos que Epicteto nos insta a seguir para experimentar la felicidad y la virtud.
SOBRE EL AUTOR
Epicteto (50- 130 d. C.) fue un filósofo estoico, conocido por sus obras El Enquiridión (Manual o Manual de Vida) y sus Discursos, obras fundacionales de la filosofía estoica que se cree que fueron escritas por su alumno Arriano a partir de sus enseñanzas.
Nació en Hierápolis de Frigia (actual sudoeste de Turquía), pero desde su primera infancia vivió en Roma como esclavo, propiedad del liberto Epafrodito, quien lo inició en el estudio de la filosofía. Allí, una vez obtenida la libertad, fundó su primera escuela. Sin embargo, tras ser expulsado de la ciudad, junto al resto de filósofos, por el emperador Domiciano, la trasladó a Nicópolis, en el noroeste de Grecia, hasta donde atrajo a numerosos patricios romanos. Su vida fue siempre de una sencillez extrema. Habitó casas pequeñas, contando únicamente con lo imprescindible, y siempre dejaba la puerta abierta. Durante toda su vida comió lo que tenía a mano. No se casó nunca, pero compartió su vejez con una mujer que, a modo de ama de cría, lo ayudó a sacar adelante al hijo de un amigo caído en desgracia.
Al igual que muchos otros maestros antiguos —Sócrates, Diógenes, etc.—, decidió no escribir y desarrollar su pensamiento en un auténtico y cotidiano diálogo con sus alumnos. Sus enseñanzas se conservan por tanto a través de los libros transcritos por su discípulo Arriano. La fama de Epicteto fue grande, mereciendo, según Orígenes, más respeto en vida del que había gozado Platón. Fuente: erratanaturae.com
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